Citrus × aurantium L.
RutaceaeCuenta Antonio Pigafetta cómo naranjas y limones se encuentran entre los frutos comestibles de los nativos de las actuales islas Filipinas. A su vez, en Borneo, unas flores que él identifica con el azahar se encuentran acompañando ciertas raíces que mascan sus nativos. Posiblemente no fueran limones o naranjas como las que había por entonces en Sevilla, lugar de origen del viaje, las que vio el cronista italiano en el viaje, pero no deja de ser una sensación de reencuentro lo que anima a llamar por nombres conocidos los exóticos cítricos que en aquellas islas vio. Con el tiempo, la identificación de la naranja amarga con la ciudad de Sevilla será de hecho tal que el fruto en los países anglófonos, donde llega especialmente en forma de mermelada, es conocido como Seville orange – naranja de Sevilla.
Lo cierto es que el origen del género Citrus está en el Sudeste Asiático, no lejos de esas islas. De entre los cítricos cultivados, se considera que solo existen tres especies principales -Citrus maxima, C. medica y C. reticulata-, a partir de las cuales se han generado la gran cantidad de especies híbridas actuales, en gran medida por intervención humana mediante procedimientos como el injerto. Tanto el naranjo como el limonero son árboles de simbología claramente positiva, asociados al Paraíso en muchas culturas; de hecho, dice una leyenda china en concreto del naranjo que tenerlo en casa asegura la felicidad a su dueño. En Occidente, griegos y romanos ya conocieron estos frutos de bellos colores, y tanto uno como otro podría identificarse con las famosas manzanas de oro (el aurantium del naranjo significa “de color dorado”) del Jardín de las Hespérides que Hércules fue a robar en uno de sus trabajos, en el extremo occidental del mundo conocido. Los árabes los introdujeron entre sus cultivos predilectos especialmente por su valor ornamental. Esta cultura generó una vasta red comercial que en determinados momentos de la Edad Media cruzaba toda Eurasia, empezando por al-Andalus al sur de España en Occidente hasta el Extremo Oriente, con sultanatos como el de Brunéi con el que se encontraron los expedicionarios de Magallanes, por lo que bien contribuirían a la expansión de cultivos como los cítricos. Por otra parte, fueron los colonizadores españoles quienes sembraron a su vez los primeros naranjos, limoneros y otros agrios en suelo americano. Puede decirse que estas civilizaciones ayudaron a que un género de árboles como los cítricos, que hoy podemos ver por todo el globo, dieran la vuelta al mundo.